Alrededor

viernes, 4 de julio de 2008

A veces hablo conmigo.

Y te escucho.

Miro hacia la derecha en este caso,
o hacia la izquierda indiscriminadamente,
construyo cara de hacerme el interesante. Pienso nada.

Pero escucho. Me escucho. Y a ti.

Emprendo un discurso monocorde en clave de sí bemol.

No pasa nada y pasa todo.

Hago espacio en el mundo mío. Tu hueco desde el fondo del almario.

Me pregunto a tus oidos.

Me respondo con tu voz armada en son de paz.

Intercambiamos ojos. Manos. El calor.

Guapo porque dices guapo. Y tu voz.

Me armo a tu alrededor.
Y la calma.

3 comentarios:

Jeanne dijo...

Y yo me pregunto....

Para escribir poesía como tu lo haces ¿de donde sale la inspiración?

¿Es necesario estar enamorado para hablar de amor?

¿Es necesario perder un amor para escribir sobre el desamor?

Tu que piensas ?

Sunion30 dijo...

..en las conversaciones con uno mismo las palabras se vuelven terciopelo cuando la otra voz participa de los recovecos que queremos compartir en nuestro armario. Roperos y perchas balanceando susurros de cariño. Nunca anidarán polillas en ese espacio.

Me gustan tus segundas personas, no sé si desdoblamiento o alteridad. Un saludo!J.

Jon Doe dijo...

Jeanne, me es muy difícil la ficción, de hecho apenas escribo sobre lo imaginado.

Me parece imposible tratar de dar vida a las palabras sin vivir.

En mi caso, al menos, me es necesario, como el respirar de las letras.

Sunion, trato de conversar lo íntimo con una persona concreta que bien pudiera ser desdoblamiento y alteridad.

Un saludo.