La maleta

domingo, 6 de abril de 2008

Imagino un niño con una maleta gigante. Tiene cuatro años, dos piernas y un perro. Caminan juntos el perro, el niño y la maleta. El perro mira al niño como un compañero líder tirano generoso compinche, la cabeza medio gacha medio altiva según el humor del crío líder, miradas de reojo para vigilarlo, al humor, no al chaval.

Jornada tras jornada el viaje se construye y los años pasan casi más rápido que los kilómetros. La maleta se va llenando de recuerdos. El crío no tan crío o sí almacena con celo cualquier cosa que le recuerde un recodo, un momento, un algo del viaje.

La maleta se hace pesada. El perro viejo. El crío adulto y no. Tiene más fuerza con lo que la maleta y su peso no son excesivo problema.

Pasan más años, más kilómetros. El equipaje crece de forma desmedida. Las fuerzas no son las que eran. El perrillo saca fuerzas de donde no hay para no dejar solo al crío viejo. Le acompaña.

Más kilómetros. Más años. La maleta se hace imposible de transportar. El crío tirano viejo líder compinche se rompe la espalda de intentarlo, el perro empuja la maleta y gime o hace ese llanto agudo triste canino de perro viejo. El perro entiende antes que el crío viejo tirano compinche. El líder triste de dos piernas, un perro, una maleta, ni se sabe los años, no quiere entender. Con la cabeza gacha, mirada de reojo, rabo entre las piernas, el crío líder se sienta al lado del perro. Lo que mira de reojo es la maleta. El perro líder viejo compinche consigue abrirla. Sacando las fuerzas de donde no había ni ayer ni hoy ni hace años, la vacía. Coloca los enseres en fila. En el transcurso el crío viejo gime o llora con las lágrimas densas escasas profundas antiguas de la segunda edad de la tercera edad.

Cuando el perro guía termina, muerde el pantalón del viejo crío bebé anciano hasta moverlo. Juntos caminan hacia el final del viaje huyendo del final del viaje.

El perro delante. El anciano detrás.

6 comentarios:

Marta dijo...

No te puedes imaginar la manía que le he cogido al niño, anciano, líder, cruel...
Es cierto que hay viajes en que es necesario aligerar el equipaje.

Un abrazo

Alma

Jon Doe dijo...

Pues me la imagino, creo.

Lo peor de todo es que cuando lo escribí, me sentía más como el niño viejo tonto cruel que como el perro amigo o la maleta llena o vacía...

:W

Sí el equipaje nos hace caminar más lento, deforma nuestros pasos, incluso, si pesa demasiado.

Un abrazo.

Marta dijo...

La visión que me dio el personaje del niño en el cuento, no me agradó.

Cuando dices que te sentías más representado por ese personaje "niño, viejo, tonto y cruel"

Se me ocurren tres cosas.

la primera (sobre el texto), el personaje transmite lo que me trasmitió con esos adjetivos con los que tú lo defines. Es un buen escrito.

La segunda,(sobre ti) dices que te sentías por lo cual ya no te sientes me alegro.

La tercera (sobre mi) chofff

Un abrazo

Jon Doe dijo...

Huy, ¿por qué "choff"? También yo le tengo cierta manía cuando se pone así, no te creas...

Un abrazo, grande.

Luis dijo...

Me ha flipado Javi, es un "cuento para estrujar y sentir"

Yo como el niño de tu cuento todavía no he conseguido deshacerme de muchas cosas que todavía llevo en la maleta, me resisto, puede más la nostalgia, el mirar hacia atrás que el pensar en aligerar el equipaje para caminar hacia el nofinal del viaje.

"Menos mal que está a mi lado siempre el mar" que el perro nunca falla y siempre ayuda a deshacerte de peso innecesario.

Un Abrazote
Luis

Jon Doe dijo...

Para estrujar y sentir eres tú, Luiso, que eres un grande.

Un abrazo enorme.

PD Perdón por la tardía respuesta... Esto de la blogosfera me tiene aturrrrrdido.